18 jul 2011

MARÍA

Por: Camilo Londoño Hernández

Takashi Murakami

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María no sabe para dónde va; subir escaleras es su afición.

María nació una noche donde ningún planeta estaba alineado, tal vez por eso no tiene destino. María es flaca y alta, una niña tímida y reservada. El sueño de María es ser artista, cargar grandes cuadros y exponer en galerías. Pero María no sabe  pintar, no sabe hacer nada, no sabe caminar. María sabe mirar, tiene ojos grandes y todo el día se dedica a mirar. Observa a su madre arreglar su cuarto, mira  a su padre trabajar. María mira y mira su ventana, donde se ve una montaña y un pájaro.

María quiere pintar la montaña y el pájaro, pero María no sabe pintar. Un día María tenía colores y quiso pintar la montaña y el pájaro, pero María no supo pintarlos, entonces su madre quitó los colores. Desde ese día María sube y baja las escaleras sintiendo que sube y baja la montaña y encuentra un pájaro en la ventana. La madre de María no puede quitar las escaleras.

María tiene el pelo color naranja, parece prestado, parece pelo de artista, no de María. A María su madre todos los días le peina el cabello mientras María mira y pregunta:

-Mamá, ¿por qué tengo el pelo color naranja?

-Por las zanahorias que comes María, por las zanahorias – responde la madre a la niña.

A María no le gustan las zanahorias. A María le gusta pintar, pero María no sabe pintar. A María le gusta mirar; mira y mira en la ventana una montaña y un pájaro. María quiere pintar la ventana, la montaña y el pájaro, pero María no tiene colores.

María acaba de salir de su cuarto a buscar colores.  María no sabe para dónde va; subir escaleras es su afición.

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