22 nov 2010

CRUELLA BASURA

Por: Laura Montoya

.

Es martes, y como  mi jornada laboral comenzaba a las 8 am. Oí cuando Cruella, no sé si así se llama, pero en fin, esa gorda encendió el televisor y para calmar la soledad del desayuno escuché en las noticias matutinas lo que una barranquillera decía: “(…) hablé con  mi  esposo  José Luis  Ortega  Serrano sobre las curaciones que viene haciendo  el  Dr.  Miguel A. Palencia sobre la cura del cáncer extraída del gallinazo (…), y que quería someterla (a la hija) voluntariamente al experimento del Dr. Palencia, mi esposo no se opuso sino que me alentó, lo mismo varios familiares y así que  el 28 de junio de 1983  traje a la niña Diana Patricia Ortega donde el Dr. Palencia. El Dr. le mandó a hacer unos exámenes de sangre y en principio el medicamento por vía oral. Hoy después de 9 meses, mi hija está perfectamente según los últimos análisis (…)” [1]

 
Cuando terminó de hablar no me quedó de otra que correr porque la gorda ya venía  por mí. Sus ojos se pusieron grandes y por primera vez en mi vida la vi sonreír la mirarme; extendió los brazos  y los pelos salían debajo de sus hombros y encima de su pecho. Me subí en el techo de una casa y aquí llevo 3 horas. A cada rato la gorda sale de su peluquería y se fija a ver si estoy. Me dice “”gallinazo de mierda, bajate de ahí que te voy a agarrar.” Y TAN tira la puerta y se vuelve a entrar.

Ah, perdón, no me presenté. Soy Gorgonio, así como gargajo pero más formal, soy el gallinazo de la 29 y muy cumplido espero el carro de la basura, el que me indica que se acabó mi alegría, mi desayuno, mis cáscaras de naranjas hechas jugo y mi fresco arroz de ayer, esto siempre lo hago encima de las bolsas del ÉXITO para que no se me ensucie la comida.

Por este barrio siempre desayuno y en Santa Elena me doy el banquete de almuerzo, allá el carro pasa por la tarde [2] y como siempre hace frío los pedazos de carne son más duros pero se conservan mejor, eso me lo aconsejó mi primo el Carelápida, TAN,  él sí supo lo que era comer.

En 1999 yo no había nacido, pero el Carelápida ya era un pelado. Un pajarito por ahí le dijo que los sindicalistas de Empresas Varias se habían alborotado porque echaron como a 200 personas disque por exigir derechos y no sé qué vainas [3], la cosa es que pasaron días y casi un mes sin recoger basuras en Medellín. Ahí fue donde él conoció la gloria y aunque para muchos la alegría era verde porque el Atlético Nacional ya se coronaría campeón, la dicha de los gallinazos era negra y así se pintaba el cielo. TAN.

Lo que más me gusta de la 29 es que la veo siempre que en las casas sacan  la basura, a veces no sé si abro las bolsas del ÉXITO para buscar comida o para buscarla a ella. Es que ella es modelo, sale todos los días en televisión…ah porque la veo en la casa de Cruella y en las cajas de caldo de gallina, la veo con las pestañas largas y negras y con los ojos color miel, como los míos, pintados de azul.  Ella se llama Maggi.

No cambiemos de tema. Otra cosa que me enseñó el Carelápida, que en paz descanse, fue a viajar. Una vez volando nos fuimos por todo Medellín y recorrimos el mundo: pasamos por Buenos Aires, París, Castilla y hasta Belén…pero todo eso acá en Medellín aunque él siempre me dijo que esos lugares no tenían nada que envidiar a las grandes ciudades.

Ah sí, es que no les conté, el Carelápida se murió en el 2008 porque se fue con la mujer, la hija y la suegra para Barranquilla de paseo porque querían aprovechar el basurero ilegal junto al aeropuerto y cuando se bajaron del avión, con más gallinazos amigos, los agarró una turbina y se llevó a tres, entre esos mi primo. [4]
Pero sí le digo, el Carelápida no se perdía ni media. Se iba en los funerales de los perros, las vacas y las ratas. Él me enseñó a hacer lo mismo pero todo se me acabó porque los animales que más se morían eran los perros entonces quincenalmente tenía la liga y me comía cualquier perro que pisaban los carros, pero  a los concejales les dio por invertir $ 255 millones en esterilizar animales [5], o sea que no hacen más, o sea que no se mueren más, o sea que no tengo liga, o sea que me jodí.

…Bajate de ahí maldito gallinazo, no respondo por vos. Te bajo a piedra si es necesario, pero la cura para el cáncer me la das. Gallinazo de mierda. TAS.
 Bueno, yo mejor me voy a almorzar antes de Cruella, la gorda, me baje de aquí a las malas, no creo que tenga la cura para el cáncer, pero ojalá la tuviera a ver si me empiezan a querer.
 Ahí los dejo y los espero el jueves mientras llega el carro.
Este gallinazo… Te jodiste maldito porque por acá tenés que volver.







                       







----------------------------------------
 

A MICHEL

Por: Camilo Londoño Hernández



El día, la fecha, el momento no importa. Queda la sensación, la ensoñación.

Uno baja cinco pisos y ya está en el domingo, con un sol insospechado para noviembre en París, con muchísimas ganas de andar por ahí, de ver cosas, de sacar fotos (porque éramos fotógrafos, soy fotógrafo)”.
Las babas del diablo, Julio Cortázar.


Vení, vení lento, a pedacitos, con los pies juntitos. Después de meter tu ojo en mi garganta, de sentirme la nuca, de tocarme los nudillos de la cabeza,  vení, vení y hablemos. Tocame por acá, por debajito, donde te sienta, donde me duela, donde sepa que son tus uñas las que rasgan la tierra muerta de mi pasado, de mi cansancio. Tómame la mano como si fuera un perro sin amo, una puta sin matrona o un drogadicto sin jíbaro. No me soltés tan pronto, quedate un rato más que quiero conversar contigo.
Me sudan los sexos que guardo en este pecho de anciano, en esta mirada perdida, en esta pregunta en espera. Ahora que tu delirio busca las mismas pasiones que yo, quedate, una y otra vez quedate; no preguntes por la hora, no mires más esa señora.
Quedate a jugar con los perros, a pasear los gatos, quedate a morderme los huesos.
Quedate toda la noche, mientras voltea la luna al otro lado del universo, quedate en silencio para que te sienta muerto, para que respire tus miedos, para que me hagas un retrato desnudo mientras el señor de sombrero bajito lee el periódico en ese automóvil de allá.
Quedate, mirame, pegame; sentime el olor de cansancio que llevo en este talego. Preguntame por mi tía, que hace mucho no escucho ese vientecito tibio entre las cejas.
¿Qué hay con vos? ¿Qué te ha pasado? ¿Todavía tenés esa camarita que te di un día cualquiera cuando pensé que te gustaba lo mismo que a mí? ¿Qué nube has detenido en el tiempo? ¿Te acordás de aquella historia del muchacho, la puta y su patrón? ¿Te acordás del delirio que tuve hace poquito por mirar tus cartas? No lo olvidas, ¿cierto? No lo olvidas.
Contámela otra vez. ¿Cómo empezaba? Bajabas por unas escaleras, te encontrabas una pareja y después... ¿Cómo era la cosa?
¡Ahí, ahí! ¡Tocame ahí, que hace falta el dolor en mis angustias! Un poco de cariño para este hueco, para esta pregunta; pasame la mano por debajito, a pedacitos, con los pies juntitos, con los nudillos, entre la cejas. Traete la voz de la tía, las arepas de…¿Cómo se llamaba?
¡No importa! Vení de todas formas, vení que tengo tiempo de escucharte. Me dan unas ganas de que usés esos ojos y los pongás aquí durante un par de segundos. Traete la camarita, la foto también y contame la historia de nuevo.
Vení, vení mañana que tengo un ratico para hablar y sentir.