23 sept 2012

AFORISMO


Por: Camilo Londoño H.

Tres cosas importantes hay entre respirar y caminar: belleza, dolor y placer, pero no encuentro forma de desligar la locura de la belleza, el amor del dolor y la muerte del placer.

CARTA EN TIEMPOS DE PAZ


Por: Camilo Londoño H.


Hace ya un tiempo se ha borrado la mancha de sangre que había en tu habitación. Igual no la extrañarías. Es extraño, pero tampoco yo te extraño. Sin embargo te escribo. Hay rock en el piso de abajo aunque me mantengo poco en casa, la calle se me hace atrayente ahora que se puede caminar en el asfalto. Más allá de la caminar poco queda en la ciudad: un sol blanquecino, unos días anodinos, casi como días de amor normalizado; unas cuantas novelas por leer y unas películas por dormir. Extraño sí, las imágenes, las imágenes provocadoras. 

Pareja no tengo, sexo tampoco, alguna que otra necesidad afloja en horas de almuerzo, mas los días son tranquilos y es mejor dejar así. Al medio día el rock también descansa. Hace calor pocas veces al año, cuando el sol blanquecino se oscurece y aparece la esperanza de una lluvia, pero las nubes fluyen rápido. Hay viento en las montañas.

No he movido tus cosas, aunque en estos días tuve hambre y me comí un chocolate que había en el cajón. Estaba amargo. Algo sentí de excitación por trasbocar algo del pasado, de esos tiempos violentos. Es visceral el ruido que hacen las sirenas al sonar, ninguna va de prisa, pero suenan. Algo queda aún en el vientre. 

¿Cuál era tu canción favorita? No lo recuerdo. Los sonidos también se olvidan. Algo de memoria se ha perdido ahora que no hay nada que recordar. Creo a veces que repito los días, pero el polvo se escurre en las esquinas. Espero que estés bien, si estás. Si es que eres algo aún.

Hay días también en los que extiendo los pasos y me reencuentro con viejas personas –esas que conservan una mirada-, charlamos un poco, incluso, si las palabras lo buscan, venimos a casa y tomamos algo. Tampoco bebo mucho ahora, pero cuando vienen espero que el rock esté en un volumen bajo. Quiero descansar.

Me duelen los oídos y me canso al escribir. Es extraño que no te extrañe y te escriba. Es extraño. Si te preguntas por el resto, seguro alguien estará feliz de esta tranquilidad abrumadora. Pero me duelen las manos al escribir.
Por último deseaba preguntarte: si al morir se acababa la guerra, ¿por qué te mataste?