ESTA CELDA QUE ES TU CUERPO, CAICEDO
Caicedo.
Caicedo. Niño eterno. No, no más niño eterno. Caicedo, eterno viejo. Caicedo,
viejo bobo. Creciste en Cali, creciste como riquito, pero te metiste en las
discotecas, en los bares, te ganaron las polas, te enamoraste del arte, de
joderle la vida a todos, de escribir mierda. Te hiciste echar de los colegios,
tus palabras eran como fuego, o como droga, lentas dosis de heroína que
entraban en los curas viejos y los escandalizaban y te hacías mentar la madre. Y
pa’ todo lado jodiendo que con el cine, que con el teatro, con la puta máquina
de escribir. Te ganaste el apodo, Pepito Metralla, y cómo no, si pa’ todo lado
eras como una bala, jodiendo y jodiendo con el sonido de las teclas cuando las
presionabas con esa furia. Y así era con ese grupito que armaste, eso que hoy
llaman el Grupo de Cali, y el pobre Luis Ospina, y el pobre Carlos Mayolo
mamados de verte escribir y proponer obras de teatro y mamar gallo con lo de
las películas. Te metiste con eso de Ojo al Cine, y cómo disfrutamos con esa
revista, con la forma en que hablabas de esas películas que tanto te gustaban.
Y en tan poco tiempo inspiraste a tantos, fuiste como una bala que se disparó y
se perdió, un cerillo que brilló tan vivo y tan fuerte, pero que se quemó tan
rápido. Y llegaste a la cúspide de tu narrativa, escribiste ¡Qué viva la música! y ya nada tenía
sentido porque tu tarea había terminado, no dabas pa’ más, todo debió haber
terminado ahí. Tú mismo lo decías, tenías la muerte adentro, ¿por qué no lo
hiciste ome hijueputica? ¿Por qué no te mataste de una puta vez?
Pues
bueno, lo intentaste y fracasó. De ahí, todo se fue pa’ bajo, todo se fue en
picada, no hubo salvación. Escribiste, pero ya lo habías perdido todo, ya nada
tenía gracia. Andresito, acéptalo, vos te moriste el día que tuviste tu primera
novela en las manos. Ese día te moriste. Por lo demás, no vivías. Tu cuerpo era
una celda, y luego, tu cuerpo no era nada. Vivías por vivir. ¿Viviste si
quiera? Te mantenías tan cansado, tan decepcionado, tan triste. Eras como una
pasa, y echaste por la borda todos los sentidos que habías formado. Ya todos
esos jóvenes que creyeron en tus palabras sabían que era mentira, ya no
generabas nada, nada más que lástima. Sos como una pasa. Y ahora andas por ahí
tan bobo, con esas gafas culo de botella, todo calvo, con tres mechas pegadas
al cartón y que te negás a cortar. Sos un huevón, y sabés que todo terminó
cuando tenías 21 años, desde entonces fuiste un mero sinsentido. Tuviste la
oportunidad de ser el eterno joven, de ser una leyenda, solo tenías que matarte
en el momento justo, pero elegiste seguir y ser un fracaso. Se murió Luis
Ospina, se murió Mayolo, se murieron todos, y vos seguiste ahí, siempre tan
estúpido. Te odio, fracasaste, te odio.