22 oct 2011

UN WHISKY CON ASMODEO

Por: Andrés R. Pérez


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-¿Más whisky? -Preguntó Asmodeo mientras llenaba su propio vaso de negras ilusiones. Lucio miraba el crepitar de las llamas sin decir palabra. Apenas asintió con un ligero gesto de su cabeza. La propuesta de su interlocutor había perturbado el silencio de los más profundos sótanos de su ambición, pero aun no había dado una respuesta afirmativa. El temor y la culpa lo aferraban a la probidad. -Nada del otro mundo- afirmó el elegante caballero con macabro convencimiento.-La gente solicita mi ayuda más de lo que su orgullo o piedad les permite reconocer- exclamó de una manera tan encantadora, que aun ofreciendo el infierno cualquiera hubiese aceptado con la mejor de las voluntades. Las fosas sin vida de sus ojos no daban el menor aviso de sus perversas ambiciones. No en vano tenía récord de engaños entre los inocentes.

Lucio había celebrado pequeños contratos con aquel mercader de placeres y suponía el precio de los beneficios que su oscura voluntad tenía el prodigio de manifestar. Sus manos estaba manchadas de sangre y gracias al terrible intercambio poseía riquezas tan obscenas que hubiesen hecho palidecer a los banqueros, a cualquier otro gángster que seguramente también invitaría con frecuencia al afable Asmodeo a un trago. Conocía la razón de por qué este le prefería y le beneficiaba. No había obtenido todo de él y tal renuencia resultaba irresistiblemente tentadora al ingenio maligno de aquel estafador. Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. -Todos tienen un precio, incluso el implacable y piadoso Lucio- se reía Asmodeo desde sus oscuras entrañas mientras saboreaba aquel whisky que tan placenteramente le quemaba la garganta.

La paciencia de Asmodeo no conocía limites.  Se deleitaba con cada mueca de duda, con cada cavilación que surcaba las arrugas del rostro de un Lucio enmohecido por la edad y el crimen. El mafioso por otro lado saboreaba, sin manifestación alguna que lo delatara, el ansia perversa de su invitado. Imaginaba mayores favores en la medida de su rechazo a la magnética personalidad del tahúr. La estratagema había dado sus frutos antes. ¿ Por qué no ahora? Por otro lado sentía la mordedura de la muerte. No guardaba esperanzas ya tan caras para su alma, pero consideraba,  por lo menos, una prorroga, una extensión.

-Mi estimado Asmodeo, temo que mucho me has dado, pero poco tendrás ahora que ofrecerme. Soy el más poderoso, el más rico. Compañías en la cama no me faltan y aun gozo de buena salud- Afirmó con vehemencia il capi di tutti capi -¿Qué mas podría yo desear?

-Qué poco conoces mi querido amigo los negocios de la eternidad. Nunca serás tan poderoso, tan rico, y tan bien parecido como el día que te conocí, en eso consta tu desgracia y tu pobreza. El crimen te ha mancillado deliciosamente, pero también te ha pasado la cuenta de cobro.- apuró el trago -Naturalmente luces más exquisito que aquellos vírgenes que pasaron en blanco su existencia. Pero los gusanos ya han preparado aperitivos en vísperas de tu llegada.- Afirmó con negra satisfacción. Lo que yo te ofrezco es devolverte tu  única riqueza borrando las arrugas de tu cara y ofrecerlas a tu corazón, esa tripa que ya solo te sirve de fosa común para tantos otros buenos clientes que me invitaran antes a un trago. Lucirás la lozanía de la inocencia y conservarás el poder que tanta sangre te ha constado. Tus hijos se morderán los codos cuando ya hacían apuestas sobre tu féretro- y apuntó con perversión - No te creas tus mentiras mi querido vejete, que yo sé que tu lujuria ha subido sus acciones como la bolsa y cada vez te resulta mas costosa. Entonces qué dices ¿trato?-

Lucio aceptó fingiendo mala gana. Un tronar de dedos. En un relámpago desapareció complacido el triunfante Asmodeo.  Solo quedó el vaso humeante apestando a azufre sobre la mesa. Lucio se tocó el rostro, las arrugas habían desaparecido. Se miró al espejo. Su cara juvenil le devolvía una sonrisa maligna. -Más sabe el diablo por viejo que por diablo. ¡Qué va! - Y procedió a fumarse un habano mientras buscaba el teléfono de una hermosa compañía.

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