13 abr 2011

TIERNO GAVILÁN

Por: Felipe Arroyave y Natalia Calderón


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Fresno, California.


Las ramas se doblan bajo el peso de los frutos y de este a oeste hay una confusión de colores y patrones de cosecha. La alondra y el azulejo y el alcaraván se echan a volar y el canto de las cigarras sobre el valle es como una manta.


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Juré que huían de mí, de mi presencia intempestiva y tonta. Y entonces, mi mente imaginó un azulejo besando una alondra. No fue sino hasta hoy cuando me pregunté: ¿y por qué no dos pájaros homosexuales?

Ahora que lo pienso, tampoco he visto nunca una bizarra. ¿Cómo sé qué son ellas las que cantan?

En fin, en medio de mis absortos pensamientos miré al este y aguzando mi vista logré ver la silueta de un tierno gavilán . . . creo que ahora entiendo. Ni la fea alondra, ni el lento azulejo, ni el feroz gorrión se dieron cuenta de que yo estaba allí. 

El gavilán miró y ellos actuaron.

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