Por: Andrés R. Pérez
Pandemia ampliamente distribuida a
través
del globo, especialmente luego de la segunda mitad del siglo XIX. Antes de esta
época
no existía
tal cosa. La perpetuación
de la especie no dependía
de tan complicado artilugio, cualquier pelele que defienda su existencia antes
de este periodo es claramente un ignorante, pues desconoce la nutrida colección de ninfómanos que os ha regalado la historia.
Esa cosa llamada amor eclipsó
la pasión
de los grandes dramas humanos como un espantoso edulcorante. Los más eminentes filio-científicos se rompen la cabeza tratando de
clasificar las pasiones viscerales de una puta como Cleopatra o de la insípida castidad de los personajes
Shakespearianos.
Se dice que este padecimiento está relacionado directamente con el
corazón,
pero ni los grandes anatomistas han logrado establecer relación alguna con dicha víscera. Los suspiros, otro síntoma concomitante de esta
enfermedad, afecta principalmente a quinceañeras y señoras de edad.
La expresión "hacer el amor" es conceptualmente
errónea,
ya que en la práctica
no se hace precisamente lo que los grandes románticos idealizan. De hecho, más de un ortodoxo filio-estudioso se
rasgaría
las vestiduras ante esa coreografía
de lenguas, sudores y posiciones abstractas, inherente a esa transacción.
Hay otros síntomas que define el padecimiento de
esta extraña
enfermedad. Se han descrito sensaciones
como mariposas en el estómago,
o si se quiere, murciélagos. Otros han confundido una buena sobredosis de
chocolate. El amor entonces estaría
más
relacionado con el aparato gastrointestinal, que con el corazón como tal.
El padecimiento tiene varios matices,
y varía
según
el afectado. Amor por la madre o edípico,
una variante peligrosa de las cuales se han documentado casos en que se ha
matado al padre, garchado la madre y luego haberse sacado los ojos. Amor por
los animales o zoofilia que lleva a cambiar hábitos alimenticios de manera
antinatural por lechuga y apio. Amor ciego, guiado por la locura. O el
peligroso amor a sí
mismo, la muerte de Narciso buscando su propio reflejo en el estanque.
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