Por: Camilo Londoño
Serie: Espístolas
“(…) porque
este sueño es corto, pero feliz.”
Manuel
Puig, El beso de la mujer araña.
Hola extraño, voy escribirte los domingos entre las
tardes, para tener alguien con quien hablar.
Voy a mirarte de
reojo para no hacerte daño, voy a llamarte a escondidas deseando que no me
contestes.
Espero que no te
moleste mi presencia inadvertida, no voy a estar ahí, pero por las noches
cuando la luna se haya ido, pensaré en ti.
De vez en cuando bajaré
por las escaleras y te buscaré en las curvas, esperaré en el paradero del bus
un nuevo beso y me sentaré en la tierra fría a esperar un abrazo de adiós.
Sé que ya no puedo
mirarte, pero no me pidas que borre lo que soy.
Estoy ahí, lejos
con el recuerdo de una historia hermosa, que ya no podemos narrar.
¿Sabes?, fue lindo
caminar a tu lado, escuchar tus chistes y compartir mi silencio.
Pequeño, lindo e
ingenuo extraño, espero escuchar tu voz antes de que llegue la muerte.
Espero hablar
contigo, los viernes cuando tenga ganas de llorar y tomar cerveza.
No pretendo ya,
retener las palabras o forzar los abrazos, sólo que me es muy difícil matar una
idea, destruirla y volver a comenzar. Por eso, por la dificultad que tengo de
no poder deshacer mis maletas, voy a escribirte los domingos, para acordarme de
ti, cuando tú ya no estés.
Gracias por
compartir tu soledad conmigo, la mía fue muy feliz cuando me abrazabas. Esta
historia no tuvo el final que imaginé, pero cada fin de semana me inventaré uno
en el que podamos sonreír, mientras tanto te pensaré cuando lea algo y me
acurde lo divertido que era caminar contigo.
Chao, te deseo
felicidad, historias para leer, música para bailar y películas para llorar.
PD: Extraño, nunca
te dije mi nombre, me llamo nostalgia, me llamo viento y lluvia. Y aunque tengo
una soledad gastada y envejecida, fue lindo – hermoso- reír un día contigo.
Buena fortuna.
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