21 ago 2011

¿DÓNDE ESTÁS, OCTAVIO?

Por: Camila Suárez

Octavio Paz (1946)


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¿Dónde estás, Octavio? Me parece que he visto tu sombra profanar este espacio, me pareció haber visto tus labios ardiendo. He leído en ellos “no voy a volver nunca”. Me parece que vi la gran bóveda en la noche y en ella tu espalda tatuada de astros. He visto el arroyo y el campo abierto, en el agua he visto correr los muebles de tu casa, tus cenizas livianas he visto irse con el viento. Y no renaces del fuego, nunca fuiste ave. Mis ojos arden por mirar al sol de frente, hoy me pareció verte en el sol y en la levedad de las nubes deshaciéndose sobre mi cabeza.

Antes de deshacerme igual, me pregunto si me habrás visto también. Si habrás visto mis pies caminar sobre el suelo húmedo de estos días fríos de Mayo. Si te habrá parecido verme allí sentada, en el pórtico de la casa roja que da a tres cuadras de la iglesia del pueblo. O quizá me hayas visto caminando por este campo abierto, perdiéndome y encontrándome, buscándote y preguntándome dónde estarás. Dónde, además de aquel rincón de la memoria que me recuerda que por ti aguardo. Dónde, además de la sombra del álamo que me cobijó mientras dormía y que me recibe ahora, con tu nombre al final, mientras escribo estas palabras y me pregunto si tal vez sueño todavía.


Aún no sé dónde estás, Octavio. Me dijiste que te encontraría en cada roca del río. Pero heme aquí sentada ¿y tú? por ningún lado. Me ha parecido que te veo, pero no estás. ¿Que no puede uno bañarse en el mismo río dos veces? 


Pues heme aquí: me corre el agua encima. 
Aquí estoy yo: inamovible y esperándote.

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